Cuando alguien se queja de los obstáculos que la realidad le plantea, alegando que con un camino expedito (o, al menos, más fácil) sus logros serían mayores, incurre en un grave error. Empleaba Kant la metáfora de la paloma que se lamentaba de la resistencia del aire que frenaba sus alas. El ave confiaba en que volar en el vacío le resultaría mucho más sencillo, demostrando su ignorancia acerca de la naturaleza de su propio vuelo. Invocar una vida cuesta abajo puede resultar tentador, pero la realidad se empeña en demostrar que no hay salto sin valla.
Son muy escasas las acciones faltas de referencia, auténticamente nihilistas. Ese ímpetu repentino que te lleva a suicidarte o a acostarte pronto.
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