LUNES
Aprovecho que el servicio de Cirugía General está en cuadro esta semana para colarme en una consulta de curas, en un intento de conocer siquiera un atisbo del manejo de los drenajes, redones y heridas. Cuando el médico del despacho de al lado se entera, me mira como si estuviese ante un marciano. Un médico que solicita motu proprio no ya la compañía sino incluso aprender algo del personal de Enfermería, no es alguien de fiar. El silencio durante la hora compartida del café, lejos de incomodarme, me reconforta como justa recompensa a mi osadía.
Por la tarde perpetro un breve texto sobre Sergi Llull, jugando con la canción de Elton John: Rocket man, y al tararear la letra me sonrío recordando lo ocurrido por la mañana. "I'm not the man they think I am at home" (…) "And all this science, I don't understand. It's just my job, five years a week". De que todas las canciones hablen de uno supongo que también se sale.
MARTES
Mi última guardia del mes en Urgencias es bastante tranquila: termina con un intento de agresión y un paciente psiquiátrico atado a una cama chillando amenazas durante toda la madrugada. Apuro los minutos postreros charlando con una enfermera que sorprendentemente procede de Torreblascopedro. De inmediato la boca me sabe a magdalenas. La Torre era el pueblo vecino a Linares del que venían las chicas más guapas a mi instituto, sueltas nivel Gabete, dispuestas a demostrar por contraste lo niños que aún éramos algunos. Las puyas que me suelta acerca de mi desgarbado aspecto tras diecisiete horas trabajando revelan que doce años no son nada, y por un momento entro al trapo del coqueteo inofensivo y pueril.
Mientras observo su cara despreocupada y feliz calculo el pequeño milagro que supone, en términos de estadística, nuestro encuentro a 650 km de la madriguera común. La cantidad de pequeñas historias que han debido de irse encadenando. "Lo que llamamos azar es nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la causalidad", etcétera. Me viene a la mente aquel texto de José Antonio Montano sobre los dos ecologistas voluntarios que se conocen mientras limpian chapapote en la lucha contra la catástrofe del Prestige y terminan enamorándose, fundando su amor en una tragedia que ambos odian pero que a la postre les brinda lo mejor de su vida. Concluyo que si algún día le debo al Hospital San Pedro algo diferente a una jaqueca, será el mayor corte de mangas que el Destino haya dado a mortal alguno desde lo de Edipo Rey.
Miro una última vez a la enfermera, que no ha cesado de hablar, y me convenzo de que la improbable epifanía no acontecerá esta noche.
JUEVES
"Si el día grande de las fiestas de San Mateo es el Chupinazo, imagínate cómo será el resto". No me dejo vencer por el pesimismo y salgo a cenar y a tomar copas, siquiera porque ayer el Madrid avasalló a la Roma. Me lo paso bien, pero no obvio que el consumo de alcohol va aumentando progresivamente en mi rutina, y me preocupa no por lo que pueda hacerle a mi hígado sino más bien a mi estilo literario. Uno empieza emborrachándose dos días a la semana y termina enlazando sujeto-verbo-predicado al estilo parco y pretendidamente viril de Hemingway y dándoselas de canallita. Puaj.
VIERNES
Mi desasosiego ante el abuso de la ginebra es tal que antes de las dos de la tarde estoy bebiendo de nuevo con los mismos compañeros de anoche.
SÁBADO
Antes de continuar con mi triplete de salidas apuñalando fatalmente mi tarjeta de crédito, me obligo a respetar mis principios: a las siete y cuarto el Madrid de baloncesto se juega el primer título de la temporada. A medida que el equipo se va asentando en el parqué, yo voy perfilando adjetivos para una crónica que nunca será publicada, a pesar de que más de una vez he fantaseado con imitar a Fermín Calaza, el amigo de Jabois que firma sus artículos como "economista y matemático". Mi ilusión consiste en que, después de desbordar al lector con un sesudo texto sobre sociología, deportes, crítica cultural o política internacional, en la firma ponga "Pablo Rivas es médico", y reír secretamente. La gente pensaría que se trata de un error de tipografía, en lugar de vital.
DOMINGO
Quedada para desayunar con L. Hablamos del amor, y de cómo la tensión de los primeros encuentros se atenúa si no se da el paso a tiempo. No termino de estar de acuerdo, pero no me apetece discutir, así que prefiero en centrarme en lo que ambos coincidimos: la importancia de la idealización. Aunque me reservo que, en mi caso, ni siquiera en los momentos de mayor fascinación me libro de los ramalazos de duda ante el mínimo atisbo de nubecilla en el límpido cielo azul de la felicidad plena. Decía Borges que para él "enamorarse es ver a la persona amada como la ve la divinidad". Pero también es verdad que Borges era ciego.
Por la tarde voy al cine y Todos lo saben, la nueva de Inma Cuesta (me da igual que estén Bardem o Penélope, para mí Inma sería la protagonista de cualquier rodaje pese a que solo saliese cinco segundos), resulta verdaderamente decepcionante. Lo más reseñable es una frase de Darín durante la promoción: "No hay nada menos seductor que tratar de seducir". Haciendo inventario de mis éxitos y fracasos, no puedo menos que asentir. Tanto reivindicar deliberadamente mi andalucismo desde que pazo en el norte, quizá va siendo hora de, fuera autocompasiones, volver a ser lo que fuimos.
Por la tarde voy al cine y Todos lo saben, la nueva de Inma Cuesta (me da igual que estén Bardem o Penélope, para mí Inma sería la protagonista de cualquier rodaje pese a que solo saliese cinco segundos), resulta verdaderamente decepcionante. Lo más reseñable es una frase de Darín durante la promoción: "No hay nada menos seductor que tratar de seducir". Haciendo inventario de mis éxitos y fracasos, no puedo menos que asentir. Tanto reivindicar deliberadamente mi andalucismo desde que pazo en el norte, quizá va siendo hora de, fuera autocompasiones, volver a ser lo que fuimos.
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