jueves, 17 de agosto de 2017

Campeones de la Supercopa

Dicen los de la nueva política que el cine condiciona nuestra percepción de la realidad. Aceptando la premisa, tiene el Madrid de esta temporada un aura a película hollywoodiense de las que te dejan el alma satisfecha y la sonrisa de bobo. Si bien es cierto que ahora mismo el panorama resulta tan idílico que los espectadores más cínicos se levantarían de la butaca, hastiados de tanto azúcar.

Los efectos especiales los aportan los disparos de Asensio. El balón se eleva en delicada parábola surfeando miradas de incredulidad para precipitarse, de manera repentina, con inesperada violencia. Supone casi una agresión en términos legales. Zarandeado aún más en el juego que en el marcador, el Barcelona estuvo todo el primer tiempo a merced de los elementos, que a falta de Ronaldo hicieron menos mella de la esperada.

El partido tuvo dos capitanes generales, tan distintos que se dirían opuestos. Mateo Kovacic se doctoró en el marcaje individual a Messi, con un despliegue y una suficiencia casi perjudiciales de puro exceso. Airoso tras regatear contrarios en la frontal del área pequeña, aún tiene demasiado de funambulista para triunfar en posición tan delicada. Por otro lado, Karim Benzema se despojó de la abulia que lo caracteriza (¿hasta qué punto su pereza deriva de la falta de un entorno asociativo como el que ayer disfrutó?) y martilleó sin piedad los espacios que dejaba la improvisada defensa culé. Pareciera que el francés escoge sus actuaciones como ese estudiante que no tiene fuelle para aguantar una época de exámenes completa. Cabría esperar entonces un periodo de aprobados raspados tras el sobresaliente de anoche. Imposible no empatizar.

El Madrid redujo el ritmo y la agresividad en el segundo período, dándole aire al Barça y consolidándose como el protagonista magnánimo que renuncia a dar el golpe de gracia. Sin embargo, la posibilidad de maquillaje se estrelló en los postes. Zidane sacó a Theo y Ceballos para unos minutos de la basura que duraron horas, si no días, hasta la entrega del trofeo. Para redondear la postal, Cristiano fue ovacionado. La sanción de cinco partidos ha obrado el milagro, transmutándolo de díscolo a mártir.

Desconozco si la producción madridista romperá en drama en algún momento. Conociendo el patio, no habría que descartarlo. En cualquier caso, agosto nos está regalando una feliz comedia romántica que algunos, firmes defensores del género gente a la horda hipster, no tenemos prisa por terminar.


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