Come back home to the stadium
hiring man says "Son, if it was up to me"
went down to see my v. a. man
he said "Son, you can't understand"
Bruce Springsteen. Born in the Bernabéu
El tópico describe Andalucía como una región pasional e indócil. Relajada hasta la incuria, quizá, pero con un punto, acaso patético, de orgullo arrebatador. "Ardiente", apuntaría entusiasmado un guiri, alargando la erre, mientras engulle aceitunas en bermudas en algún tablao flamenco sólo frecuentado por gente como él. Es probable que el atributo sea un exceso literario, pero este Real Madrid es tan frágil que no puede evitar estrellarse incluso contra una ficción.
El cambio de entrenador ha supuesto un impulso para los jugadores blancos, ciertamente. Pero no conviene exagerar. Las dificultades que arrastra el equipo, tanto su déficit de puntos como su ausencia de armazón, le impiden adquirir la moral suficiente como para soslayar la ciclotimia. El Madrid liguero, y no sólo el de este año, es una suerte de Alberto Cortez perpetuo ("A partir de mañana...").
El Málaga salió fiero, dispuesto a penalizar los fallos defensivos madridistas. Como el partido de los centrales fue infame, Kovacic naufragaba en círculos y la tabla de salvación que es Modric no tenía el día, las ocasiones locales fueron goteando poco a poco, más frenadas por el tradicional respeto ante el imperio que por méritos merengues. A la hora de atacar, la escasa lucidez la aportó Marcelo, pues Isco se diluyó tras quince minutos punzantes y Jesé demostró que su incipiente calvicie no se debe a que piense en exceso. Cristiano actuó de boya y, aun decadente, consiguió cazar un gol más ilegal que la agenda de Urdangarín y provocar un penalti que entregó a Kameni en justicia poética. Sin embargo, el 0-1 no desterró los nubarrones.
En casa, bien es verdad que de momento con novillos, el Madrid sí ha logrado sustituir el estilo albañilesco y romo de Benítez por las sacadas de músculo que Florentino ambicionaba al subir a Zidane. Un Madrid de excesos, derrochador y contundente, marvelómano. Lejos del Bernabéu, y con la mitad de los Vengadores en el dique seco o en baja forma, el quiero y no puedo y la desidia van adormeciendo los encuentros hasta que un Albentosa marca el empate, y para entonces la inercia es irrevocable. Salieron James y Lucas Vázquez, y como siempre hubo arreón, incontinente, chapeo, espada, soslayo, y no hubo nada.
El Real Madrid se despide de la liga casi como entró, sin darse cuenta ni otorgarle importancia. En cualquier caso, el nuevo entrenador es, en sí mismo, una concesión ilusionante al mito. Y, si hay un mito en el Madrid, ése es la Copa de Europa. Será por tópicos.