martes, 8 de diciembre de 2015

Extracto de una obra que nunca escribiré

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ELLA.- Quizá no seas tan inteligente como te crees. Tu problema es que, aunque no lo quieras asumir, eres el peor misógino de todos.
ÉL.- (Se toca el pelo y ríe nerviosamente) ¿Qué estás diciendo? Definitivamente se te ha ido la cabeza. Tú sabes cómo las trato, y lo que me complacen. ¡Si no puedo vivir sin las mujeres!
ELLA.- (Un punto divertida, pero sin perder el tono desafiante) No intentes rehuir la cuestión. No se trata de deseo ni de cómplice alegría. Sé sincero: ¿acaso las amas de verdad? ¿A ellas? No me refiero al ideal de mujer, ése que te inspira y sublima y por el que penas, a menudo gozosamente. (Se acerca poco a poco hasta hablarle al oído) Hablo de la realidad. Hablo de la idea seccionada, embarrada, dejándose jirones de excelencia al moldearse para entrar en un cuerpo y en una personalidad. Con la imperfección inevitable que conlleva el hacerse carne.
ÉL.- (Se aparta repentinamente) ¿Bromeas? ¿Crees que soy tan superficial y envanecido? ¿O tan poco razonable?
ELLA.- Responde a la pregunta. Es fácil. ¿Eres capaz de amarlas, sí o no?
ÉL.- (Se gira) No tengo por qué aguantar esto.
ELLA.- Me lo figuraba…
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